A principios del año 2011 comenzamos un proyecto que nos llevó a recorrer durante cinco años américa latina. Con la astronomía como eje posibilitador de encuentros y aprendizajes nos acercamos a cientos de espacios; a veces fueron escuelas rurales, a veces espacios comunitarios, pequeños pueblos, instituciones estatales, escuelas privadas, grupos de familias, espacios de formación. Conocimos muchas geografías y en ellas a sus personas. Visitamos centros de observaciones, nos encontramos con muchísimxs astrónomxs, conocimos proyectos científicos importantes, nos hicimos un sinfín de amigxs. El camino se alargó, los tiempos se ampliaron, y un día, en el andar, decidimos ser padre y madre, así llegaron Negra y Coral. 

Ese viaje había comenzado con la intención de ir al encuentro con otras miradas mundanas, aprovechando lo atractivo de esta ciencia como medio motivador de investigación, experimentación, facilitador en la construcción de aprendizajes, pero, fue durante las primeras experiencias que la identidad del proyecto mutó. Cada vez que llegábamos a un pueblo eran tantas las cosas que nos contaban sobre sus formas de mirar el cielo y vivir en la tierra que nos vimos en la urgencia de registrarlo, de profundizar los conocimientos, de hacerlo materia de encuentro entre generaciones y libro de viaje para cada nuevo pueblo al que llegábamos. Nos transformamos en puentes, en orejas, en testigos.